El solo encuentro en el que nunca
nada podría al fin haber pasado.
José Ángel Valente.
Esa miríada de sendas
que se bifurcan hacia el futuro…
Y, sin embargo, no hacer nada con
eso,
quedarse parado, encogido de hombros,
abandonando todo proyecto
antes siquiera de ponerlo en marcha.
Desperdiciar la vida, despilfarrarla
como un apostador insensato
que, adrede, echa a perder toda su
fortuna,
convirtiendo la muerte
en la única fuente de sentido de su
vida.