A mi amiga Mae.
Voy al mar a alejarme de mi ego.
Ante él, todo mi ser enmudece;
sólo puedo mirar, perder mis ojos
en su vasto azul, que ondea
como una bandera con la insignia de
Dios.
Miro, y no alcanza la mirada:
el horizonte se distancia
hacia una lejanía inconcebible.
Entonces cierro los ojos
para pensar que el mar existe
sin necesidad de que nadie lo mire,
como el cielo y sus estrellas.
¿Qué es un hombre en el éter de la
Divinidad?
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