En una película, en apenas hora y
media,
puede caber la historia de una vida.
Para eso sirven, en el cine, las
elipsis:
para dar cuenta sólo de las escenas
realmente importantes.
Me pregunto, si yo tuviera que hacer
mi propio montaje,
¿qué secuencias elegiría? Me respondo
que acaso las más accesorias, como
esos momentos
en los que miro distraídamente por la
ventana,
o me encojo de hombros o doy vueltas
por la calle
como quien pasea alrededor de la
nada.
Es en estos pasajes donde sucede la
esencia
de mi vida entera. Pero,
¿quién pagaría por ver una película
en la que lo más significante parece
del todo irrelevante?
Sin duda, conmigo, la industria del
cine quebraría.
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