Como los ríos que corren hacia el mar
sin poder nunca colmarlo,
es extrañamente hermoso todavía
esta amistad de siempre,
felices de no tener que desear
otra cosa que seguir viéndonos cada
día.
No por repetido, el milagro
de querernos deja de ser milagro,
un continuo fervor de luz,
una constante llamada a la belleza de
la vida.
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