Como un deslumbramiento,
como un relámpago,
la infalibilidad de una intuición
que no está en los sentidos,
sino en los ojos del alma,
que alcanzan a vislumbrar
el lugar donde el sueño
al fin se encuentra con la realidad.
Como un deslumbramiento,
como un relámpago,
la infalibilidad de una intuición
que no está en los sentidos,
sino en los ojos del alma,
que alcanzan a vislumbrar
el lugar donde el sueño
al fin se encuentra con la realidad.
Escribir para saber
qué quieres escribir:
la caverna es profunda
y las galerías, laberínticas.
Por ellas te internas,
como si la oscuridad te guiara.
Es así, perdiéndote,
como logras llegar al poema.
A pesar del cuidadoso examen de mis
recuerdos,
no he descubierto en ningún momento
haber hecho cualquier cosa.
Jacques Rigaut.
Es más un destino que un consuelo
por la vida que no sabes vivir:
escribir crea la necesidad de
escribir
hasta no saber qué día es,
ni qué hora, ni qué lugar,
ni qué placer ni dolor sientes;
sin esperanza ni desesperación,
tu vida no es más que la vida
de un hombre que escribe poemas.
Como un sueño
que a veces se realiza.
¿Se realiza?
Nunca has estado mejor que ahora;
ni, tal vez, peor,
dentro de este fuego
que ha de durar lo que tardan las
llamas
en convertirse en ceniza.
Como un arma que se dispara
contra quien la emplea,
la felicidad
es sobre todo el final de la felicidad.
Construyes una muralla
para contenerlo,
porque no alcanzas a reprimirlo.
Pero es el miedo
el que crea el peligro,
y ahora está contigo dentro…
Es como mirar un enigma,
como mirar el mar que, de noche,
acaricia con sus olas tus pies,
convertido en una oscuridad cerrada,
en una nada profunda
que insistentemente te reclama,
invitándote a nadar.