Qué clase de milagro es la luz,
que carece de cuerpo y da presencia
a cuanto existe, como una brisa que sopla
en limpio afán de claridades.
En la oscuridad el mundo yace invisible,
sin forma ni certidumbre,
igual que la melodía de un instrumento que no la toca.
Nada existe a nuestros ojos
sin el halo encandilado, sin el fulgor resplandeciente
de una luz que, falta de apariencia,
da apariencia y verdad a cuanto alumbra.