Hablar de desesperanza, pero desde la
esperanza:
mirar a los ojos de la oscuridad.
No verás al principio apenas nada,
te parecerá imposible penetrar en su
espesura.
Bastará un poco de paciencia:
igual que de la noche más honda,
surgida de alguna grieta del tiempo,
brotará una luz indecisa,
que es ya el preludio de toda la luz
del mundo.
En la creciente claridad,
la vista es un bien que te redime:
con ella aprendes a recorrer
distancias,
a soñar horizontes.