Llueve en la ciudad
y, en el interior de tu alma, la
lluvia
deslíe las palabras de tus versos:
escribes como en sueños
o quizá sueñes que escribes poemas.
Y, en ese estado de subconciencia,
llueve y sigue lloviendo
sobre el espacio y el tiempo:
demasiados sueños
como para poder dormir,
demasiado sueño
como para estar despierto…
Si en realidad durmieras,
¿quién podría asegurar que no escribieras?