Pensar que ya nunca
podrás salir
de esta inmensa, terrible
oscuridad
y que de nuevo, al rescate,
aparezcas tú,
toda llena de luz.
Pensar que ya nunca
podrás salir
de esta inmensa, terrible
oscuridad
y que de nuevo, al rescate,
aparezcas tú,
toda llena de luz.
Nacemos
y, al nacer,
percibimos la extrañeza del mundo,
como si el
inseguro espacio en el que nos toca vivir
fuera el hueco que
nos legan
quienes se
ausentan, aquellos que se marchan
para que
nosotros ocupemos su lugar
en el terrible
milagro de estar vivos,
de ser mortales
como pena y como consuelo.
Siempre, todavía… te sueño.
Ven a mí,
existe,
aunque sea
para decirme
que en absoluto
existes,
que sólo eres
el sueño
del que se
despierta
a una vida sin
nadie.