Piensas en el poema que te gustaría
escribir
y, en realidad, no sabes lo que
piensas;
pues el verdadero poema,
el que te gustaría escribir,
tan hondo está en tu pensamiento
que no acabará nunca de salir del
fondo.
Sin embargo, cada día sales a
buscarlo
con igual tesón, con el mismo empeño,
como si tu salvación consistiera
precisamente en eso:
en salir cada día a buscarlo
a sabiendas de que nunca podrás
encontrarlo.