Es como si en todo lo vivo
estuviera incorporado lo muerto,
en una concordia
de cuanto existe y existió,
de cuanto existe y existirá.
Todo fluye con la liviandad
del peso del mundo
en una armonía impecable:
el transcurrir del tiempo
es lo mismo que el aire,
la tierra, el agua,
lo mismo que estas palabras,
y tú estás hecho de tiempo,
de aire, de tierra, de agua,
de palabras… Es el prodigio
de suceder siempre la vida,
a cada instante que sucede
a cada instante, porque en él
todo late por primera vez,
todo se configura primordial.