El fin del mundo fue un
acontecimiento banal.
El Roto.
Lo ordinario y lo fatal bailan juntos
sin juntarse jamás:
como si no te pudiese caer una
cornisa en la cabeza,
todos los días sales por la mañana
a comprar el pan.
Todos los días es todos los días;
y, de pronto, igual que una bota
aplasta una hormiga sin darse cuenta,
zas, nunca más,
como si el fin del mundo
fuera un acontecimiento banal.
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