miércoles, 7 de junio de 2017

Una manera de mirar



Sólo el paso de los años
nos enseña una manera de mirar el mundo
que lo absuelve y nos conduce en él
por un camino desahogado.
Se requiere que el tiempo sepulte
la impaciencia de la juventud
para ver en la aparente insustancialidad de las cosas
una arquitectura mágica de detalles
a los que no se busca explicación.
Envejecer trae un consuelo de piedad,
una entrañable simpatía por cada porción
exigua del milagro de existir el mundo.
En la simple transparencia del agua,
el verdor de la hierba o la irisación de algunas nubes,
sorprendemos una paz orfebre
en que todo es poca cosa y nada más se necesita.