Penetrar en la oscuridad inefable
y en la luz apofática de una experiencia
que está más allá de los conceptos
(Thomas Merton)
Nos hiere y nos salva,
nos desconcierta y nos rescata,
porque sabe lo que no sabemos del mundo.
Es la luz de los ojos
en la noche del pensamiento.
No hay que ofrecer resistencia a su oscuridad;
sólo cabe entregarse a ella.
Cuando se alcanza esta disposición,
se abre la puerta a la posibilidad de las estrellas.